Hay cosas que no tienen porqué pasar de moda
La herrería decorativa es una de esas cosas que, para ciertos gustos, parece pasada de moda. La verdad es que, hasta cierto punto, no puede negarse que es en el barroquismo de sus motivos, rizos y puntas donde brilla auténticamente una pieza de herrería artística. A mayor detalle, más refinada la voluta, más elegante la curva es cuando más resalta el genio del artesano detrás de una pieza concreta de herrería y mayor es su valor estético.
Pero, para qué engañarnos, las tendencias en el mundo de la decoración hace ya algún tiempo que si de algo huyen es precisamente de lo barroco o cualquier cosa que se haga recargada. Ahora bien, sencillamente, hay estancias o casas de campo a las que jamás podrá sentarles bien una reja “minimalista” sobre sus ventanas, o una cancela desnuda para su zaguán. Unos barrotes de hierro cruzando sobre una ventana sin adorno alguno, difícilmente nos van a recordar a otra cosa que una de esas cárceles del Far West y nadie quiere vivir en una cárcel por muy moderna que nos digan que es ¿no es cierto?
Las piezas de herrería artística, sean rejas, portadas, verjas, barandas, balcones, cancelas o simplemente motivos decorativos, son parte fundamental de un estilo característico, llamémoslo rústico si se quiere, aunque no se trate en absoluto de algo exclusivo del campo, pero dotado de su propio encanto. Un potente encanto. Como todo en esta vida, existe un lugar para cada cosa, y es por ello que una pieza de herrería artística puede convertirse en piedra fundamental de todo un tema de diseño.
Así lo ha venido comprendiendo un número puede que pequeño, pero sin duda en constante aumento de diseñadores y propietarios atraídos por el alto valor añadido que una pieza única puede dar a cualquier edificio o construcción. De un tiempo a esta parte, de hecho, las piezas de herrería artística, aunque adaptadas al nuevo medio, han ido encontrando un protagonismo cada vez mayor incluso en el diseño así llamado moderno, que valora sus texturas y acabados y, sobre todo, su originalidad aunque adaptada a sus valores estéticos propios.
La herrería artística, en última instancia, no es más que la aplicación de la creatividad de un artesano al moldeado del metal. Existen diferentes técnicas, pero la forja sea quizás la más valorada ya que produce las piezas más exclusivas y también las más valiosas aunque sólo sea por el trabajo necesario para confeccionarlas. La forja es un proceso eminentemente manual y que requiere además un extraordinario conocimiento del metal y sus propiedades, algo que sólo muchos años de práctica pueden dar. En pago el resultado es siempre original, único, y, por tanto, puede adaptarse a cualquier gusto, necesidad o circunstancia.
El producto final, con un mínimo mantenimiento, puede resultar literalmente imperecedero. Incluso piezas pensadas en su momento para adornar el exterior de una construcción cualquiera y que han pasado décadas y hasta siglos a la intemperie conservan hoy en día su apariencia y valor. Con una simple mano de pintura y una buena capa anticorrosión siguen dando a los edificios que las lucen ese toque de distinción, de grandeza antigua o, sencillamente, de aquello creado en una época en la que las cosas aún se hacían pensando en que durasen toda una vida, y eso es algo que no debería pasar de moda.